domingo, 28 de septiembre de 2014

DEBATE CANALERO, ¿UNA DISCUSIÓN SUPERFLUA?


El asunto de fondo, del debate canalero,  radica, desde mi punto de vista,  en la visión cosmológica de todos los nicaragüenses. ¿Cómo logramos apuntar a la excelencia en todo lo que hacemos? (trabajar, debatir, construir, opinar, construir un canal……) ¿Cómo apuntamos a la excelencia en todo lo que somos? (maestros, estudiantes, ambientalistas, políticos, comerciantes, empresarios, transportistas). ¿Cómo?, ¿Cómo lo logramos?

Comparto la solución de la educación como mecanismo de cambio, creo que,  en la formación de ciudadanos está la clave del éxito, y cuando hablo de educación no me refiero a la pantomima que practicamos en la actualidad, hablo de; formación de valores, educación financiera, deportes de alto rendimiento, tecnificación especializada, cultura, arte, idiosincrasia.  La formación de maestro altamente calificados y la  construcción de verdaderos Centros de formación , primaria, secundaria y Universidades sería un paso importante para la erradicación de la pobreza, la corrupción, la contaminación y destrucción del ambiente.

 Teóricamente la solución  educacional es factible, pero; ¿educación para qué?

Si partiéramos de 3 preguntas claves. ¿Qué es Nicaragua hoy? (¿Nación, Estado, proyecto, comunidad?). ¿Cómo sería la Nicaragua ideal? (democrática, justicia social, igualdad, paz,) ¿Cómo llegamos a la Nicaragua Ideal? ( educación, canal interoceánico, inversión, políticos?, podríamos llegar a un punto de partida.

Si de estas tres preguntas, nacerían dos nuevas preguntas, ¿Quién está obligado a responder?, quien está obligado a resolver?. Entonces, podríamos partir de la respuesta de un famoso jurista norteamericano,  el cual declaró que el puesto más importante dentro de una democracia  es el del ciudadano, creo firmemente, que tenía toda la razón. Partiendo de todo esto y buscando más respuestas que preguntas, reflexiono sobre nuestra carta fundacional y sobre nuestros ciudadanos.

La Constitución Política de Nicaragua nos da un parámetro jurídico para fundar el argumento  de estas preguntas, y de su respuesta, en los Principios Fundacionales, artículo 2,  se establece que:

Artículo 2 La soberanía nacional reside en el pueblo y la ejerce a través de instrumentos  democráticos decidiendo y  participando libremente en la construcción y perfeccionamiento del sistema económico, político, cultural y social de la nación.

El poder soberano lo ejerce el pueblo por medio de sus representantes libremente elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto, sin que ninguna otra persona o reunión de personas pueda arrogarse esta representación. También lo puede ejercer de forma directa a través del referéndum y el plebiscito. Asimismo, podrá ejercerlo a través de otros mecanismos directos, como los presupuestos participativos, las iniciativas ciudadanas, los Consejos territoriales, las asambleas territoriales y comunales de los pueblos originarios y afrodcseendientes, los Consejos sectoriales, y otros procedimientos que se establezcan en la presente Constitución y las Leyes.

 La utopía jurídica está plasmada en nuestra carta magna, es la obligación de  la presente generación de nicaragüenses, la ejecución de este mandato constitucional, la puesta en marcha de un plan y las acciones que conlleven a lograr resultados positivos. La Constitución Política debe dejar de existir como poesía jurídica y transformarse en acciones concretas, objetivas, constructivas y positivas ejecutadas por los ciudadanos de nuestro pueblo,  con constancia y dedicación.

¿Qué es Nicaragua hoy?, ¿Cómo  sería la Nicaragua ideal?, ¿Cómo llegamos ahí?  En estas tres preguntas, podríamos resumir la génisis de la solución final, sin estas tres preguntas,  el debate canalero  se convierte en una discusión superflua y más aún, si nos enlodamos con el horror semántico de CANAL SI O CANAL NO. El reto está en aprovechar el gran  espacio comunicacional  que se ha creado con el proyecto canalero, para comunicar el sueño utópico de nuestra Nación y de nuestros ciudadanos.